Angelina nació en Montegiove, cerca de Orvieto, en 1377. A los 15 años de edad se casó con Juan de Terni, Conde de Civitella. Dos años después Angelina quedó viuda y dueña del castillo y las tierras de Civitella del Tronto.
La beata tomó entonces el hábito de la tercera orden de San Francisco y transformó su casa en una especie de comunidad de terciarias. Angelina y sus compañeras recorrían la región, predicando a los pecadores, socorriendo a los necesitados y exhortando a las doncellas a consagrarse a Dios.
Angelina fue acusada de hechicería, a causa de la influencia que ejercía sobre las jóvenes y aún de herejía, pues se alegaba que su desprecio del matrimonio era claramente maniqueísta.
Ladislao, rey de Nápoles, la sometió a juicio en Castelnuovo, decidido a condenarla a la hoguera, si la encontraba culpable. Angelina demostró la ortodoxia de su fe y la legitimidad de su conducta, y añadió: «Si he enseñado o practicado algún error, estoy dispuesta a sufrir el castigo correspondiente». Ladislao la declaró inocente; pero, como algunos seguían quejándose de las actividades de la beata y sus compañeras, acabó por desterrarlas del reino. Angelina que sólo tenía entonces 18 años, se refugió en Asís. En la Iglesia de Santa María de los Angeles, Dios le dio a entender claramente que debía fundar en Foligno un monasterio de clausura de la tercera orden regular de San Francisco.
En 1397, quedó terminado el convento y fue dedicado a Santa Ana. Angelina fue elegida abadesa de la comunidad, que constaba de doce religiosas. Según parece, ese fue el primer convento de terciarias regulares con votos y clausura. En 1399, Angelina fundó en Foligno, el convento de Santa Inés y más tarde, los de Espoleto, Asís y Viterbo. En vida de la beata fueron fundadas once más. Murió a los 58 años de edad. Su culto fue aprobado en 1825.